lunes, 2 de diciembre de 2013

El apagón



Él nunca pensó que las cosas pudieran ser así. Nunca se le ocurrió que los enfermos pudieran morir, los criminales robar, los violadores acechar a sus presas sin afanes. No pudo prever –no hubiera podido- el caos de las avenidas y las gentes; los semáforos titilantes, los ascensores trabados, los subterráneos oscuros. ¿Cómo imaginar las masas desbocadas, los gritos de angustia, los niños perdidos?

No fue su culpa: el amor no conoce de previsiones o consecuencias. 

Él sólo quería que ella viera las estrellas.